Un grupo de primos se había reunido con sus parejas a compartir una cena el domingo en una casa de El Saladillo, sobre ruta 347, cerca de El Cadillal. Cerca de la medianoche, Miguel Ángel Correa, de 35 años, y José Gustavo Toledo, de 44, comenzaron a discutir y terminaron trenzándose a golpes de puño, hasta que Toledo tomó una escopeta y le disparó al primo de su esposa en el rostro.
“Ambos estaban tomando, empezaron a hacerse bromas y luego se enojaron y empezaron a pelear. Primero los dejaron, pero luego se metieron a la pelea otros primos, algunos con la intención de separar y otros porque se habían sumado al enojo. No dejé que mi marido se involucrara porque sabía que podía ser peor”, describió Laura Correa, quien presenció el momento fatídico. “No sé en qué momento ese hombre tomó una escopeta y le disparó a la cabeza a nuestro primo. Nadie esperaba algo así, todo fue muy rápido; después se subió a su auto y se fue”, añadió.
Los familiares de Correa lo subieron a un vehículo y lo llevaron hasta el hospital Avellaneda, donde se confirmó su deceso, a la 0.30. Según la información brindada por la Policía, Toledo había escapado de la reunión en un Volkswagen Voyage gris. Durante la mañana de ayer, el hombre se presentó en el destacamento policial de la División Homicidios, acompañado por su abogado, para contar su versión de los hechos. “Según explicó, los dos llegaron a una reunión familiar; comenzaron a insultarse y luego se pelearon porque insultaron a una de las señoras. El victimario habría quedado superado en número, por lo que alcanzó a agarrar una escopeta y a efectuar los disparos”, comunicó el jefe de esa división, Diego Bernachi.
En la escena del crimen trabajaron además los peritos del Equipo Científico de Investigaciones Fiscales y personal policial de Homicidios y de la Unidad Regional Norte. Intervino además el ayudante fiscal Lucas Maggio, en representación de la Fiscalía de Homicidios. En la vivienda se encontraron cuatro cartuchos de goma y 23 de plomo, calibre 12. El arma no fue hallada.
“Le tiró a la cabeza, fue terrible el nerviosismo de verlo tirado y saber que no se podía hacer nada ya”, recordó Laura Correa, quien además aportó un dato a la investigación: “Mi cuñada me dice que cree que uno de los chiquitos se llevó la escopeta”.
En otra casa de El Saladillo, la familia Correa esperaba por los resultados de la autopsia para comenzar con el velorio de Miguel Ángel, quien era empleado del complejo del sindicato de empleados de edificios (Suterh).
“Lo que quiero es justicia; mi hijo era un buen chico y me lo mataron como a un perro. Sin piedad me lo mataron de un tiro en la cara”, dijo Blanca Rosa González. La madre también destacó que Correa trabajaba para su señora y su pequeña hija. “No merecía que le hicieran eso; yo crié hijos buenos para que venga este hombre y me lo saque del corazón así”, lamentó.
Alejandro Medina, director general de Suterh, relató que la víctima llevaba 15 años trabajando en el predio del sindicato. “Estuvo desde la época en la que no habíamos terminado el complejo; se dedicaba a distintas tareas de mantenimiento. No puedo opinar sobre el hecho, pero no era una persona problemática ni de andar en peleas. Era un chico sano que incluso estuvo almorzando conmigo y con mi padre en el predio, ese día. A él y a su hermano Sergio los queremos mucho; me siento un familiar más por la confianza y el cariño que les tengo; viajamos juntos muchas veces”.